En los últimos días, los astrónomos han dirigido sus telescopios hacia un objeto celestial familiar en nuestro cielo nocturno de primavera para presenciar un evento raro: una nueva supernova, una estrella que ha estallado tanto literal como figuradamente en escena.

Esta nueva supernova ha aparecido en una galaxia, una ciudad estelar, más allá de la nuestra. La galaxia es conocida como la Galaxia del Remolino (también designada como Messier 101 o M101) y es una galaxia espiral grande, desenrollada y abierta que se puede observar a través de un telescopio pequeño, siempre y cuando el cielo sea lo suficientemente oscuro. Se requeriría un campo de visión amplio y un ocular de baja potencia para poder verla con certeza.

Las fotografías de exposición prolongada resaltarán los seis brazos espirales de esta galaxia. En algunas de estas imágenes tomadas en los últimos días, apareció una nueva estrella donde nunca antes había habido una. Pero esta estrella de ninguna manera es “nueva”. Está muriendo.

La Galaxia del Remolino que contiene la nueva supernova se encuentra cerca de la frontera que separa a la Osa Mayor (el Gran Oso) de Boötes el Boyero. Si localizas la Osa Mayor, imagina una línea que se extiende desde dos de las estrellas del mango, Alioth y Mizar. Continuando esa línea a una distancia similar más allá de Mizar, te ubicarás en la cercanía general de M101.

Los astrónomos aficionados experimentados que están familiarizados con la observación de M101 podrían ver la supernova visualmente como un punto de luz fuera de lugar en uno de los brazos espirales.

Solo ten en cuenta que esta galaxia y supernova no son los objetos más fáciles de detectar en el cielo. Parte de la razón por la cual su visibilidad es problemática es su tamaño aparente: M101 tiene aproximadamente un tercio del diámetro aparente de la luna; por lo tanto, su brillo general se “extiende” de tal manera que el contraste entre él y el fondo del cielo dificulta su percepción.

Lo que estamos presenciando en esta nueva supernova es una estrella que es, o era, muchas veces más grande y masiva que nuestro propio sol. Si una estrella de ese tipo reemplazara al sol en el sistema solar, podría extenderse más allá de la órbita de Marte. Las estrellas generan su energía fusionando hidrógeno en helio en lo profundo de sus núcleos. Cuando una estrella acumula suficiente helio en su núcleo, su producción de energía aumenta significativamente y se hincha convirtiéndose en una gigante roja o supergigante, como Betelgeuse en la constelación de Orión.

En tales estrellas, el núcleo produce elementos cada vez más pesados para equilibrar la constante presión de la gravedad. Pero una vez que el núcleo comienza a crear hierro, los días de una estrella están contados; la formación de elementos más pesados que el hierro consume en lugar de producir energía. Eventualmente, como el núcleo ya no puede soportar el inmenso peso de la estrella, colapsa desencadenando una explosión cataclísmica de supernova. ¡La ráfaga resultante de luz y energía es posiblemente equivalente a 10 mil millones de estrellas normales!

Eso es lo que estamos viendo ahora, aunque en realidad, la desintegración de la estrella no ocurrió el pasado viernes, ya que M101 se encuentra a una distancia de aproximadamente 21 millones de años luz de la Tierra.

Por lo tanto, la luz resultante de esta explosión ha estado viajando a través del espacio durante 21 millones de años antes de llegar finalmente a nuestro planeta la semana pasada.

Los astrónomos sin duda continuarán monitoreando la supernova en los próximos días, observando cualquier fluctuación en el brillo antes de que finalmente se desvanezca.

Si esperas tener una visión de M101 o cualquier otra cosa en el cielo nocturno, nuestras guías sobre los mejores telescopios y los mejores binoculares son un excelente punto de partida.

Y si deseas intentar tomar tus propias fotografías de eventos celestiales como esta nueva supernova, echa un vistazo a nuestras guías sobre cómo fotografiar la luna, así como las mejores cámaras y lentes para astrofotografía.