El suelo vibrante, el cielo oscurecido por cenizas, el rugido ensordecedor: el nacimiento de un nuevo volcán no solo despierta la tierra, sino también los miedos ancestrales de aquellos que habitan en su sombra. En el laberinto de la tierra, México se destaca como un coloso volcánico, con más de 2,000 picos de fuego, algunos latentes, otros rugientes, todos inquietantes.

El país, rico en cultura y biodiversidad, es también hogar de una vasta red de volcanes, especialmente en la cordillera neo volcánica o eje volcánico transversal, que serpentea a través de los Estados de Michoacán, Guanajuato y Guerrero. Desde las majestuosas cumbres del Pico de Orizaba hasta la inquietante silueta del Popocatépetl, estas montañas han sido testigos mudos de la historia y el peligro.

El reciente zumbido en el mundo de la geociencia advierte sobre la posibilidad de un nuevo miembro en esta familia de montañas vivas. Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) están alerta, monitoreando constantemente la región donde este nuevo coloso podría surgir. ¿Qué significa esto para la población y el medio ambiente?

Los expertos nos recuerdan que los volcanes no solo son majestuosos espectáculos naturales, sino también portadores de peligro. Una erupción puede desencadenar una serie de eventos catastróficos, desde sismos hasta flujos de lava ardiente y gases venenosos. Aunque estos riesgos pueden manifestarse sin erupción, el nacimiento de un nuevo volcán intensificaría las amenazas.

Denis Legrand, investigador del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica (IGEF), señala que los enjambres sísmicos en Michoacán son señales preocupantes. Estos temblores, causados por el magma luchando por abrirse paso hacia la superficie, pueden ser los precursores de un nuevo volcán. Pero el tiempo es una incógnita en este juego geológico, con más de 1200 volcanes monogenéticos entre Michoacán y Guanajuato, la pregunta persiste: ¿dónde y cuándo?

La respuesta, aún esquiva, se busca incansablemente por Legrand y sus colegas, incluyendo a Mathieu Perton del Instituto de Ingeniería, así como a investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Unidad Morelia del IGEF. Juntos, están tejiendo una red de vigilancia, una red de conocimiento, en un esfuerzo por predecir y proteger contra los caprichos de la madre tierra.

Mientras tanto, el pueblo de México mira hacia los cielos, hacia las montañas, con una mezcla de asombro y ansiedad. En este país de volcanes, cada colina es una historia, cada fumarola un susurro del pasado, presente y futuro entrelazados en una danza de fuego y roca.