Cefalópodo supera prueba diseñada para niños

Avellano

febrero 28, 2022

Un experimento de inteligencia en cefalópodos ha reforzado la importancia de no subestimar la inteligencia animal, tener empatia y ayudar a protegerla.

Las sepias () fueron sometidas a una nueva versión de la prueba del malvavisco, dando resultados sorprendentes y diciéndonos que en sus pequeños cerebros, suceden mas cosas de las que creíamos.

Tal vez no deberíamos sorprendernos pues en un mar tan despiadado, era lógico que su capacidad para aprender y adaptarse, haya evolucionado para dar a las sepias mejores oportunidades de sobrevivir. Además los pulpos nos han demostrado que son capaces de abrir frascos y resolver fácilmente laberintos.

La prueba del malvavisco, o el experimento del malvavisco de Stanford, es bastante sencilla. Un niño se coloca en una habitación con un malvavisco. Se les dice que si logran no comer el malvavisco durante 15 minutos, obtendrán un segundo malvavisco y se les permitirá comer ambos.

Esta capacidad de retrasar la gratificación demuestra habilidades cognitivas como la planificación futura, y originalmente se llevó a cabo para estudiar cómo se desarrolla la cognición humana; específicamente, a qué edad un ser humano es lo suficientemente inteligente como para retrasar la gratificación significa mejores resultados para el futuro.

Debido a que es tan simple, se puede ajustar para animales. Obviamente, no puedes decirle a un animal que obtendrá una mejor recompensa si espera, pero puedes entrenarlo para que comprenda que recibirá una mejor comida si no se come la comida que tiene delante de inmediato.

Algunos primates pueden retrasar la gratificación, junto con los perros, aunque de manera inconsistente. Los córvidos (familia de aves a la que pertenece el cuervo común) también han pasado la prueba del malvavisco.

Ya en una prueba diferente realizada hace mas de un año, la sepia también pasó una versión de la prueba del malvavisco. Los científicos demostraron que la sepia común (Sepia officinalis) puede abstenerse de comer carne de cangrejo en la mañana una vez que han aprendido que la cena será algo que les gustará mucho más: camarones.

Sin embargo, como señala un equipo de investigadores dirigido por la ecologista conductual Alexandra Schnell de la Universidad de Cambridge en un nuevo artículo, en este caso es difícil determinar si este cambio en el comportamiento de búsqueda de alimento en respuesta a la disponibilidad de presas también se rige por una habilidad para ejercer el autocontrol.

Por tanto diseñaron otra prueba para seis sepias comunes. Las sepias se colocaron en un tanque especial con dos cámaras cerradas que tenían puertas transparentes para que los animales pudieran ver el interior. En las cámaras había bocadillos: un trozo de langostino crudo menos preferido en uno y un camarón vivo mucho más atractivo en el otro.

Además de dar dos opciones diferentes, una mas atractiva que la otra, las puertas tenían símbolos que las sepias habían sido entrenadas para reconocer. Un círculo significaba que la puerta se abriría de inmediato. Un triángulo significaba que la puerta se abriría después de un intervalo de tiempo entre 10 y 130 segundos. Y un cuadrado, usado solo en la condición de control, significaba que la puerta permanecía cerrada indefinidamente.

En la condición de prueba, el trozo de langostino se colocó detrás de la puerta abierta y el camarón vivo solo fue accesible después de un retraso. Si la sepia iba a por la gamba, inmediatamente se retiraba la gamba.

Mientras tanto, en el grupo de control, los camarones permanecieron inaccesibles detrás de la puerta con el símbolo cuadrado que no se abría.

Los investigadores encontraron que todas las sepias en la condición de prueba decidieron esperar su comida preferida (los camarones vivos), pero no se molestaron en hacerlo en el grupo de control, donde no podían acceder a ella. Aprendieron que en el grupo de control no podrían acceder a los camarones por tanto no se molestaban en esperar pero si serian recompensados cunado se hacia una prueba si esperaban lo suficiente.

“Todas las sepias en el presente estudio esperaron la mejor recompensa y toleraron retrasos de hasta 50-130 segundos, que es comparable a lo que vemos en vertebrados de cerebro grande como chimpancés, cuervos y loros”, dijo Schnell.

La otra parte del experimento fue probar qué tan buenas eran las seis sepias para aprender. Se les mostraron dos señales visuales diferentes, un cuadrado gris y uno blanco. Cuando se acercaban a uno, el otro se retiraba del tanque; si tomaban la decisión “correcta”, serían recompensados ​​con un refrigerio.

Una vez que aprendieron a asociar un cuadrado con una recompensa, los investigadores cambiaron las señales, de modo que el otro cuadrado ahora se convirtió en la señal de recompensa. Curiosamente, las sepias que aprendieron a adaptarse a este cambio más rápido también fueron las sepias que pudieron esperar más tiempo por la recompensa del camarón.

Eso parece que la sepia puede ejercer autocontrol, está bien, pero lo que no está claro es por qué. En especies como loros, primates y córvidos, la gratificación retrasada se ha relacionado con factores como el uso de herramientas (porque requiere una planificación anticipada), el almacenamiento de alimentos (por razones obvias) y la competencia social (porque el comportamiento prosocial, como asegurarse de que todos tiene alimento – beneficia a las especies sociales).

Las sepias, a diferencia de los primates u otros animales mencionados antes, no usan herramientas ni esconden comida, tampoco son especialmente sociales. Los investigadores creen que esta capacidad de retrasar la gratificación puede tener algo que ver con la forma en que las sepias buscan su alimento.

“Las sepias pasan la mayor parte de su tiempo camuflándose, sentadas y esperando, marcadas por breves períodos de búsqueda de alimento”, dijo Schnell.

“Rompen el camuflaje cuando se alimentan, por lo que están expuestos a todos los depredadores en el océano que quieren comerlos. Especulamos que la gratificación retrasada puede haber evolucionado como un subproducto de esto, por lo que las sepias pueden optimizar la búsqueda de alimento esperando para elegir una mejor comida o esperando un mejor momento para comer con menor riesgo de ser comido”

Es un ejemplo de cómo estilos de vida diferentes en especies muy diferentes pueden resultar en comportamientos y habilidades cognitivas similares. Las investigaciones futuras deberían, señaló el equipo, tratar de determinar si las sepias son capaces de planificar el futuro.

Avellano

Diseñador y Fotógrafo originario de la ciudad de Puebla, México. Ciclista, patinador y amante de la música y el cine.

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